sábado, 18 de julio de 2020

Si la gente supiera… lo que es el Parkinson.


Si la gente supiera… lo que es el Parkinson.


Si la gente supiera lo duro, lo durísimo que puede llegar a ser el Parkinson, nos ayudaría a divulgar esta información. Vale que no toda, pero ¿ni siquiera la homocisteína, la cantidad justa de vitamina B6, la vitamina D? Son cosas tan obvias como montañas que se encuentre alguien en el camino. A cuántos famosos, a cuántos científicos he escrito, y ni siquiera han contestado.

Si la gente supiera lo fácil que sería ayudar a los enfermos actuales a llevar una vida mucho mejor y a casi frenar el empeoramiento: pero los estudios se acumulan (vitamina D, vitamina C, ácido fólico, glutatión, magnesio, B12) y la indiferencia, más aún.

Si la gente supiera lo fácil que sería ayudar a los que empiezan, a convertir su enfermedad en algo perfectamente controlable (con sólo bajar la homocisteína, restaurar el glutatión y aportar la vitamina D apropiada -que todavía no sabemos cuánta es, por falta de estudios, pero que podemos deducirlo de los estudios existentes: 1200 UI al día, parece lo mínimo -salvo mejor criterio del médico de cada cual-. Antes de tomar levodopa, tal vez abundante B6 y aguacate.

Si la gente supiera lo fácil que resultaría concienciar a la población que pueda tener una predisposición genetica o una historia con acontecimientos peligrosos (ciertos medicamentos, un estrés brutal difícil de manejar, insomnio, estreñimiento, etc.), con campañas de polifenoles de té verde en bebidas y alimentos, todas las vitaminas del grupo B, suplemento de vitamina D y enseñar a la población de reponer las reservas de vitamina D tomando el Sol de forma correcta, resveratrol, vitamina C de alimentos y suplementos, magnesio en los abonos, información en series de televisión de máxima audiencia, etc.

Si la gente supiera lo que es el Parkinson, como yo lo sé (y los saben millones de enfermos y familiares), si fuera necesario estarían toda la vida comiendo sólo zanahorias y tomates, si esto se demostrara que podía curar el Parkinson y si es que esto fuera cierto y no sólo un ejemplo ilustrativo y exagerado.

Si la gente supiera lo que es el Parkinson, no intentaría ganar dinero a costa de la salud de una madre que no sabe como cuidará en el futuro de sus dos hijos pequeños, de un hijo que ve cómo su padre se va apagando, se encorva y tiene terribles pesadillas, o de un joven que antes de lo que debería sentir cualquiera el zarpazo de la Bestia, ya siente como la enfermedad le levanta los muros de Cavafis o los barrotes de la jaula de la pantera de Rilke.

Y pongo todo esto porque hoy ya podemos evitarlo. Esto era el Parkinson visto con los ojos del siglo XIX todavía en 2020. Y no con la visión fresca y revolucionaria de cientos, miles de estudios que nos enseñan cómo "matar de hambre" a la Bestia y a los que le han entregado su alma.

Mi querido y admirado Alexander Solzhenitsyn, que conoció los campos y la enfermedad, el destierro y el miedo, comenzó su obra magna "Archipiélago Gulag" de esta forma que yo quisiera hacer mía un momento:

«A todos los que no vivieron lo bastante
para contar estas cosas.
Y que me perdonen
si no supe verlo todo,
ni recordarlo todo,
ni fui capaz de intuirlo todo.»


O los recuerdos de la poetisa Ana Ajmátova en su "Requiem", de una fuerza aterradora:

«EN LUGAR DE UN PRÓLOGO

En los terribles años de Yezhov hice cola
Durante siete meses delante de las cárceles de Leningrado.
Una vez alguien me reconoció. Entonces
Una mujer que estaba detrás de mí, con los labios
Azulados, que naturalmente nunca había oído mi nombre,
Despertó del entumecimiento que era habitual en todas nosotras
Y me susurró al oído (allí hablábamos todas en voz baja):
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
– Puedo.
Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido su rostro.»

 
La tragedia que viven los enfermos de Parkinson cada día es de tal magnitud como el sufrimiento de aquel pueblo "soviético", del que hablaron Solzhenitsyn y Ajmátova.. Sé de lo que hablo. No son estudios, son vivencias de entonces y de ahora, unas que yo viví y otras las que leo a diario.

Insisto en que ya no tiene que ser así. Depende de nosotros decirnos: "se acabó. Ya está bien". Y actuar con valor y con prudencia. Pero ni un sólo paso atrás.

A mí manera y con mis muchas limitaciones, yo también voy a intentar "verlo todo" y "describir esto".

Y no, por mucho que insistan, no: dos y dos no son cinco. Ni lo fueron en el siglo XIX ni lo serán en el XXI. No mientras podamos evitarlo.

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