domingo, 22 de diciembre de 2019

Sin ejercicio físico no puede haber un tratamiento eficaz del Parkinson.








La actividad física es esencial para la vida, para la salud. Pero el deporte es tan necesario para el enfermo de Parkinson como la Levodopa, una adecuada nutrición o tomar el Sol (vitamina D). Son cientos los estudios científicos que lo demuestran: EL EJERCICIO FÍSICO ES UNA "MEDICINA" PARA EL PARKINSON. El neurólogo holandés Bastiaan Bloem les manda el ejercicio en recetas para que sus pacientes tomen conciencia de su IMPORTANCIA CRÍTICA. Siempre adaptado a la situación de cada enfermo por su neurólogo: progresivo, prudente y seguro para evitar caídas, lesiones, etc.

Algunas de los beneficios del ejercicio físico. Ningún medicamento o tratamiento puede conseguir esto:

El ejercicio físico intenso en bicicleta estática (especialmente el forzado que se realiza en tandem con una persona sana) proporciona una mejoría de los síntomas motores en torno a un 35-40 %, de forma semejante a una dosis de levodopa (Alberts 2011). El ejercicio físico también favorece la neuroplasticidad y la neurogénesis (Mattson 2000). Incluso puede prevenirlo en un 43 % (Yang 2015), retrasar el comienzo de los síntomas (Tsai 2002) y, hacer más lento y frenar el avance de la enfermedad (Oguh 2014).

El ejercicio físico es el complemento imprescindible de cualquier tratamiento que pudiera diseñarse para esta enfermedad (Formisano 1992). Nada lo puede sustituir.

En 1992, Sasco y colegas fueron los primeros en publicar un estudio epidemiológico sobre los beneficios del ejercicio físico para el Parkinson.





   EJERCICIO FÍSICO. UNA AUTÉNTICA "MEDICINA" PARA LA ENFERMEDAD DE PARKINSON.

   Algunos de los extraordinarios beneficios de la "medicina" llamada ejercicio físico para tratar el Parkinson:

   1. Aumenta la dopamina, favorece la neuroprotección, la neurogénesis y la neuroplasticidad (Lau 2011, Tillerson 2001, 2002 y 2003, Mattson 2000, 2003).
   2. Mejora la capacidad mental o cognitiva (David 2015).
   3. Mejora de hasta un 40 % en los síntomas (Alberts 2009, 2011).
   4. Previene o retrasa la enfermedad hasta en un 43 % (Ahlskog 2011, Tsai 2002, Yang 2015).
   5. Frena su progresión habitual (Oguh 2014).
   6. Mejora la depresión y los trastornos del sueño (Butler 1998, Reynolds 2016).
   7. La falta de ejercicio aumenta el riesgo de padecer Parkinson (Xu 2010).
   8. Mejora el bienestar percibido por el enfermo (Baatile 2000).
   9. Se producen menos caídas (Allen 2011).

   En resumen, mejora prácticamente todo: los síntomas motores (Prodoehl 2015, David 2016, Chung 2016, Bhalsing 2018) y los no motores (David 2015, Reynolds 2016).

                   

El estudio de Bhalsing "Role of physical activity in Parkinson's disease" (2018) me parece un buen resumen.

Desde pasear al ejercicio acuático, aeróbico, intensivo, danza, tango y "artes marciales" como el Taichi o el Qigong (enfoque físico, respiratorio, energético).




LO QUE APRENDIMOS TARDE: Mi padre no lo aceptó hasta sus últimos meses de vida y pagó un precio muy alto. Incluso al final, tras 18 años diagnosticado (1994-2012) y los últimos 12 años tomando levodopa, cuando hacía ligeros estiramientos con los brazos, ejercicios respiratorios y caminaba por la casa unos minutos ayudado por mi madre o por mí, su estado general mejoraba. Nunca es tarde, pero cuanto antes se empiece, mejor.

No olvidemos los cimientos contra el Parkinson: mejorar la nutrición (cúrcuma, alcachofas, espárragos, tomates, naranjas, nueces, pimientos, kiwis, fibra, licuados, etc.). Lo contrario sería como tratar a un marinero que padeciera escorbuto con ejercicio y coagulantes, y olvidar la vitamina C de naranjas y limones.

(Jesus Marquez Rivera. Parkinson aquí y ahora.)

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Nuestros "trucos" y "leyes" para el Parkinson. 25 años de experiencias (1994-2019).


NUESTROS "TRUCOS" Y "LEYES" PARA EL PARKINSON. 25 AÑOS DE EXPERIENCIAS (1994-2019).





 “Aunque nada cambie,
si yo cambio, todo cambia”.
Marcel Proust


(Resultado de más de 25 años de experiencias y consejos, propios y de muchos enfermos y especialistas. No empecemos desde cero y aprovechemos lo que tanto esfuerzo y dolor costó reunir a muchas personas).

(La fotografía del niño leyendo: abrir la mente para quedarnos con lo mejor, con lo que funciona, sea antiguo o moderno, ortodoxo o heterodoxo, con la guía del médico y una mezcla de valor y prudencia).

por Jesús Márquez Rivera (Parkinson aquí y ahora. 18/12/2019).


A lo largo de todos aquellos años aprendimos ciertos "trucos" que nos ayudaron mucho. Llegamos a elaborar también algo así como nuestras "leyes no escritas" del Parkinson. No sólo nuestras vivencias cotidianas, sino los consejos de los neurólogos que visitó mi padre y de numerosos enfermos y cuidadores veteranos que atesoraban una experiencia de un valor extraordinario y que debe servir a todos, siempre adaptado a cada caso particular por el consejo del médico y del farmacéutico.

“TRUCOS" SENCILLOS QUE NOS FUERON ÚTILES.

Una pequeña muestra de los “trucos” sencillos que aprendimos de las lecturas, conversaciones y experiencia diaria. Estos hábitos son fáciles de incorporar a la vida cotidiana y se deben consultar siempre con el neurólogo:

1. TOMAR LA MEDICACIÓN 20-30 MINUTOS ANTES DE COMER. El médico adaptará el momento apropiado a las circunstancias de cada enfermo. De esta manera, una vez que empiece a comer, el estómago ya habrá pasado la medicación al intestino, y la digestión no retrasará ni dificultará la absorción de la levodopa.

2. Tomar la medicación con una bebida fría facilita el acto de tragar (deglución), para evitar los atragantamientos.

3. Añadir zumo de limón a la bebida (nosotros usamos el zumo de medio limón), facilita la asimilación de la levodopa por el ph del estómago y por su contenido en vitamina C.

4. Un poco de bebida de cola fría puede ayudar a evitar o reducir las náuseas. Nunca "light" o "zero" (contiene aspartamo, que se sospecha que puede ser neurotóxico. Aunque el debate sigue abierto).

5. Tomar uno o dos kiwis dorados o gold antes del desayuno. Su riqueza en antioxidantes y nutrientes neuroprotectores le hacían mucho bien (vitamina C, luteína, folato, magnesio, vitamina E, cromo).

6. Dejar la noche anterior varias ciruelas negras secas sin hueso en remojo dentro de un vaso de agua tapado con un plato. Por la mañana, mi padre bebía el agua y se comía las ciruelas. Los mucílagos y otras sustancias de las ciruelas son uno de los mejores laxantes naturales. Además contiene unos 20 antioxidantes. Consultar en caso de problemas diabéticos.

7. El tiempo que mi padre estuvo consumiendo uno o dos vasos de gazpacho al día, no se resfrió nunca y su salud mejoró en general. Luego supimos que el tomate protege las neuronas de los residuos neurotóxicos de la levodopa (Suganuma 2002). El gazpacho es una bebida típica de la dieta mediterránea, elaborada con agua, tomates maduros, pepino, etc.

8. El uso de la planta medicinal pasiflora en gotas (extracto en glicerina vegetal) junto con la medicación le sentaba bien. En los últimos meses tuvimos que reducir la cantidad porque su organismo, ya tan debilitado, padecía demasiada somnolencia durante el día. Además, la pasiflora potencia la levodopa y es rica en tirosina, el precursor de la dopa (y de la dopamina).

NUESTRAS "LEYES" SOBRE EL PARKINSON.

Fuimos atesorando conocimientos que llamábamos las “leyes” de la enfermedad (tan importantes nos parecían):

1. No suspender la medicación de golpe. Algunos neurólogos mencionan los ingresos en hospitales o las intervenciones quirúrgicas como momentos a tener en cuenta.

2. No abusar de la medicación buscando una mejoría de los síntomas. Eso hipoteca el futuro, puesto que acortará los años en que será efectiva la medicación y adelantará y aumentará los efectos adversos (disquinesias, deterioro de fin de dosis, etc.).

3. Comer en fase ON (cuando la medicación ya ha comenzado a hacer efecto). Esto es más importante a medida que progresa la enfermedad (evita atragantamientos, aspiraciones hacia los bronquios).

4. Tener paciencia (muchas veces es difícil). Lo que ha tardado años o décadas en enfermar, no puede mejorar o curarse en poco tiempo. Una alimento, una infusión o un ejercicio físico puede no tener beneficio inmediato, pero podrá prevenir muchos trastornos y mejorar la progresión de la enfermedad.

5. La dieta baja en proteínas (unos 80-100 mg al día) reduce la competencia de éstas con la levodopa, que es un aminoácido y usa los mismos "carros" para llegar al cerebro. Algunos expertos recomiendan también la dieta de redistribución proteica, bien en pequeñas cantidades a lo largo del día, o la más frecuente, dejar lo más rico en proteínas para la cena.

6. La dieta hipocalórica es muy importante para las enfermedades neurodegenerativas porque favorece la autofagia (limpieza de las células y de la matriz extracelular) y beneficia de muchas maneras al cerebro. La dieta baja en calorías y rica en nutrientes es una clave muy importante.

(Extracto del libro “Una forma diferente de ver el Parkinson. Casi 20 años de experiencia con la enfermedad de mi padre 1994-2012”, págs. 110-113).

Le invito a visitar el proyecto "Parkinson aquí y ahora" en español y en inglés, en Facebook y en Blogger. Le ofrezco información capaz de cambiar la forma de ver la enfermedad...

Espero que les resulte útil.

martes, 3 de diciembre de 2019

La vitamina C en el mundo del Parkinson


LA VITAMINA C EN EL MUNDO DEL PARKINSON

por Jesús Márquez Rivera. 03/12/2019.

(versión ampliada y actualizada de "La vitamina C y el Parkinson, ¿esencial para prevenir y tratar esta enfermedad?" Publicado en español en el año 2015, en "Parkinson aquí y ahora".)


Versión en inglés Vitamin C in World of Parkinson´s disease


«Una vez descartado lo imposible, lo que queda,
por improbable que parezca, debe ser la verdad».
Arthur Conan Doyle, "Sherlock Holmes".





Introducción.

¿Podría ser la vitamina C un elemento imprescindible en los futuros tratamientos contra el Parkinson?

¿Sabía que la vitamina C es esencial en la cadena de la síntesis de fenilalanina - tirosina - dopa - dopamina - norepinefrina (noradrenalina)? ¿Y que hay estudios sorprendentes sobre el potencial de los alimentos ricos en esta vitamina en la prevención y mejora de la calidad de vida de los parkinsonianos?

Las cifras actuales sobre Parkinson son muy preocupantes. Las previsiones para las próximas décadas son propias de una pandemia (Dorsey 2007, 2018). La vitamina C ha sido una gran desconocida para el mundo del Parkinson durante muchos años. Los libros que tratan sobre la enfermedad no suelen mencionar la vitamina. Y los que tratan sobre la vitamina, evitan mencionar el Parkinson. Como si no hubiese razones para usarla y estudios que respalden tales usos (tirosina, precursora de la dopa; carnitina, mitocondrias y energía; colágeno e integridad de la barrera hematoencefálica; regeneración del glutatión, de la vitamina E y de los flavonoides; menor oxidación de restos de levodopa; fascinante sistema "redox" ácido dehidroascórbico-glutatión, usando la forma oxidada para entrar en el cerebro, en las células y en las mitocondrias, etc.).

Esta enfermedad cada vez me parece más una especie de síndrome multicarencial, además de multifactorial (Cawein 1970; Karobath 1971; Charlton 1992, 1997; Hinz 2011, 2016), en el que la vitamina C podría jugar un papel sorprendente en sus causas y desarrollo, así como en futuros tratamientos.







1. La sorpresa inicial ante la importancia de esta vitamina, tan poco conocida en relación con la enfermedad de Parkinson.

Si alguien me hubiese dicho hace años que una alimentación rica en vitamina C prevenía el Parkinson y que una pobre en esta vitamina aumentaba el riesgo de padecerlo, no me lo hubiese tomado en serio o me hubiese resultado incomprensible. No entendía que pudiera haber nada fuera de la medicación y de otros tratamientos oficiales.

Cuando hace unos 25 años comencé a tener relación con el mundo del Parkinson (por el diagnóstico de mi padre en 1994), no podía ni sospechar algo así.

Pero lo más preocupante es que 18 años más tarde, una vez fallecido mi padre en 2012, seguía sin tener claro el papel tan importante de la vitamina C, a pesar de los numerosos estudios favorables y muchos desfavorables.

Tuve que pasar tres años preparando un libro para despertar a esta realidad que está delante de nuestros ojos, pero que no vemos por lo general.

Hoy he comenzado a ver el problema desde puntos de vista diferentes, siendo el nutricional el más importante.

Dos libros excepcionales fueron responsables en buena medida de ese lento y costoso proceso de cambio de nuestras mentalidades. En ellos, los autores mencionaban y comentaban varios estudios que cambiaron para siempre nuestra visión de la enfermedad de Parkinson y de los posibles tratamientos complementarios o alternativos (sobre todo, en cuanto a la prevención y a la reducción de los efectos adversos de la medicación, con la consiguiente mejora de la calidad de vida de los enfermos y de sus familias):

    El primero fue “Tratamientos heterodoxos en la enfermedad de Parkinson”, del neurólogo Dr. Rafael González Maldonado. El libro más importante que tuvimos a nuestro alcance en aquellos años y aún hoy. Me resulta incomprensible que todavía no haya sido traducido al inglés. En él descubrimos el estudio del famoso neurólogo Stanley Fahn, del año 1992, en el que llegó a conclusiones muy reveladoras sobre el uso de suplementos de vitamina C y E (3000 mg y 3200 UI, respectivamente), con los que consiguió retrasar 2,5 años el inicio con la medicación habitual para el Parkinson (agonistas o levodopa con inhibidores).

    El segundo fue “Textbook of Nutritional Medicine”, del Dr. Melvyn Werbach. En esta obra, en su capítulo 16, dedicado al Parkinson, mencionaba una serie de estudios que se realizaron en la década de los 90 del siglo XX, en los que sus autores (Cerhan 1994, Singh 1995, De Rijk 1997) comprobaron que una alimentación rica en vitamina C reducía el riesgo de Parkinson y que una dieta pobre en esta vitamina, lo aumentaba. En los apartados posteriores de este artículo, comprobaremos las razones y los estudios que avalan la relación directa entre el consumo de vitamina C, sea en alimentos o en suplementos, y diferentes aspectos de la enfermedad.


Lo que entonces apenas comprendimos, más tarde se hizo más claro, especialmente al conocer que la dopamina necesita ascorbato (vitamina C) para realizar su síntesis desde la tirosina y la forma activa de la vitamina B6 desde la dopa.

SIN VITAMINA C SUFICIENTE, NO PUEDE HABER BASTANTE DOPAMINA ni un larguísimo etcétera de sustancias que forman las más de 300 o 400 reacciones biológicas en las que participa esta vitamina.

Siguen apareciendo más y más estudios, así como nuevas propiedades de la vitamina C:

- su potencial epigenético (Young 2015; Guz 2017);
- su producción en pequeñas cantidades en la flora intestinal (LeBlanc 2013);
- su papel en la neurogénesis del cerebro humano adulto (Oyarce 2014);
- la relación entre el escorbuto y un tipo de parkinsonismo (Noble 2013, Quiroga 2014).
- el escorbuto no sería sólo producto de una deficiencia alimenticia, sino que habría una mayor propensión según ciertas características genéticas (Delanghe 2007).


2. Las funciones de la vitamina C y su posible relación directa con la enfermedad de Parkinson.


A la luz de los comentarios de los autores citados antes, comenzó la búsqueda de los motivos por los que una alimentación rica reducía el riesgo de desarrollar Parkinson y una deficitaria, lo aumentaba.

Al conocer algunas de las funciones de la vitamina C, nos pareció posible su relación directa con las causas, prevención y tratamiento de la enfermedad de Parkinson.

En libros y artículos de especialistas en nutrición y vitaminas encontramos información muy reveladora sobre la salud y, concretamente, sobre algunos aspectos de lo que íbamos aprendiendo sobre el Parkinson:


1. La principal función de la vitamina C es la prevención de su enfermedad carencial, el escorbuto. Así como evitar los trastornos que produce una carencia no tan grave como para producir el escorbuto (subclínica). Los estudios en los hospitales muestran con frecuencia niveles propios del escorbuto y de la carencia subclínica entre los ingresados, especialmente los mayores (Gan 2008, Raynaud-Simon 2010) y más frecuente en el mundo desarrollado de lo que pensamos (Smith 2011, Callus 2018).

2. Esencial en la síntesis del colágeno, hidroxilación de los aminoácidos lisina y prolina (Ernglad 1986). La barrera hematoencefálica (protectora del cerebro), se basa en un estrechamiento de los capilares y en el buen estado del recubrimiento interno de los vasos sanguíneos (endotelio), que dependen del buen estado del colágeno. El síntoma más evidente del escorbuto es el sangrado generalizado en el cuerpo por la imposibilidad o dificultad para formar el colágeno.

3. La vitamina C es un antioxidante vital, hidrosoluble (además, "recicla" la vitamina E, los flavonoides y el glutatión, tan importantes en el Parkinson). La excesiva oxidación (por los radicales libres) es una de las hipótesis más aceptadas sobre la causa de esta enfermedad. Sin suficiente vitamina C el cerebro está indefenso ante la oxidación de los restos de la dopamina.

La vitamina C participa en las reacciones redox (recuperación de formas oxidadas a las reducidas o útiles para el organismo):

Resulta imprescindible en todo lo referido al glutatión. Con un nivel bajo de esta vitamina, el glutatión reducido (GSH) y el oxidado (GSSG), así como la relación entre ambos, son bajos (Henning 1991). La vitamina C regenera la vitamina E (Halpner, 1998). Y también recicla los flavonoides (Jacob 1997). Un estudio ha mostrado la capacidad de los flavonoides para prevenir el Parkinson en un 40 % (Gao 2012)

4. La vitamina C es esencial en la síntesis de carnitina, la sustancia necesaria para que las células transformen la grasa en energía (en las mitocondrias). La falta de energía es uno de los sintomas principales del Parkinson... y también del escorbuto. La carnitina es neuroprotectora (Jacob 1997, Rebouche 1995).

5. La vitamina C forma parte del metabolismo de la tirosina, un aminoácido que es precursor de la dopa, que a su vez lo es de la dopamina, el neurotransmisor del que los enfermos de Parkinson tienen carencia (aunque no sólo de éste).

La norepinefrina (noradrenalina) necesita del ascorbato (vitamina C) para ser sintetizada a partir de la dopamina.

El organismo requiere vitamina C, magnesio y algunas vitaminas del grupo B -en especial, el piridoxal fosfato, la forma activa de la vitamina B6- para la conversión de triptófano en serotonina (el triptófano también es precursor de la famosa melatonina).

6. Participa en la formación de las células gliales (el 90 % de las del cerebro, que en ciertas circunstancias, se convierten en neuronas) y en la síntesis de la mielina que recubre los nervios (Englard 1986, Katsuki 1996).

7. Esencial en el metabolismo microsomal (función desintoxicadora del hígado). Los neurólogos Jean Lombard y Jill Marjama-Lyons aconsejan la silimarina del cardo mariano para los que toman levodopa (se metaboliza en el hígado). La silimarina regenera el hígado (se usa incluso para recuperar el hígado dañado por setas venenosas).

8. Regula el colesterol (lo transforma en ácidos biliares); fortalece el sistema inmune que mantiene una interacción con el sistema nervioso central (Rabin 1989); reduce la liberación de histamina (reacciones alérgicas) y aumenta su degradación en hidantoína, etc.



3. Lo que afirman los estudios y nadie nos dijo.


Además de la observación de las importantísimas funciones de la vitamina C en nuestra salud y la relación razonable que, a partir de ellas, establecemos con el Parkinson, existen numerosos e importantes estudios que confirman esos lazos "teóricos".

La visión de estos estudios reunidos en un listado nos permite comprender la verdadera dimensión de esta vitamina en muchos aspectos de la enfermedad:


    - Una alimentación rica en vitamina C reduce el riesgo de Parkinson, mientras que una pobre en la vitamina lo aumenta (Cerhan 1994, Singh 1995, De Rijk 1997).


    - Estimula la producción de dopamina, participa en el metabolismo de la tirosina, precursor de la dopa, y ésta de la dopamina, y finalmente en la conversión de dopamina en norepinefrina (Seitz 1998).


    - Se recomienda en los momentos iniciales de la enfermedad (Seitz 1998) y también en los estadios avanzados (Linazasoro 1995). Parece mejorar el estado de los pacientes: habla, escritura, movilidad de la cabeza, menor salivación (Sacks 1975). Se trataba de un paciente de 62 años y cada vez que le sustituía la vitamina C por un placebo, el paciente empeoraba y volvía a mejorar al restituirle la vitamina (sin saberlo el enfermo).


    - Reduce la toxicidad de la levodopa (Pardo 1993, Berg 2001, Riederer 1989, Florence 1988, Offen 1996).


    - Reduce el daño de los vasos sanguíneos por hiperhomocisteinemia (Krajkovicova 2002). El aminoácido homocisteína es también neurotóxico. Los enfermos de Parkinson suelen tener niveles altos. La levodopa los eleva más. Además, la vitamina C activa el folato (vitamina B9), principal responsable junto con las vitaminas B6 y B12, de la reducción de los niveles de  homocisteína (Postuma 2006, Reutens 2002)


El papel de la vitamina C en la síntesis de carnitina, en la sintesis de la serotonina y en la recuperación de las formas útiles de la vitamina E, los flavonoides y el glutatión, multiplican aún más su valor. la selección de unos pocos estudios entre los muchos disponibles no dará una idea de su importancia crítica:


CARNITINA. Tiene capacidad neuroprotectora frente a conocidos tóxicos parkinsonizantes, como el MPTP.

MELATONINA. El doctor Acuña Castroviejo y su equipo de la Universidad de Granada (España) han realizado numerosos estudios y la aconsejan a los enfermos de Parkinson. Se trata de un poderoso antioxidante endógeno (sintetizado por el cuerpo), pero cuya producción se va reduciendo con el paso de los años, haciendo más vulnerable el cerebro (Acuña, Reiter 1997). Parece especialmente eficaz en las disquinesias por levodopa (Zisapel 2001). La vitamina C participa en la síntesis de la serotonina, precursor de la melatonina. Y la melatonina potencia la acción de las vitaminas C y E.

VITAMINA E. A pesar del prestigioso estudio DATATOP (realizado sólo con una parte de la vitamina E, el alfa-tocoferol), que no encontró evidencias sobre la capacidad protectora de la vitamina E en forma de suplemento para el Parkinson, existen estudios que afirman lo contrario. Nadie pone en duda la capacidad neuroprotectora de la vitamina E de los alimentos (actualmente se sabe que, sobre todo, por los tocotrienoles). La dieta rica en vitamina C y E previene la enfermedad (Martin 2002).

Los estudios de Fahn y Martin parecen señalar que los alimentos y los suplementos tienen muy parecida biodisponibilidad y eficacia. En la vitamina C está claro (el ácido ascórbico es el mismo), en la E no tanto (normalmente sólo se usa el alfa-tocoferol, sin tocotrienoles, en los suplementos y en los estudios).

FLAVONOIDES. Un estudio realizado en Harvard relaciona una ingesta suficiente de flavonoides con hasta un 40 % menos de riesgo de desarrollar Parkinson (Gao 2012).

GLUTATIÓN. Las propiedades del glutatión reducido en la salud y en la enfermedad de Parkinson han sido confirmadas por numerosos estudios. Cuando el nivel de vitamina C es bajo, el nivel de glutatión reducido también es bajo. En los enfermos de Parkinson hay sólo un 50 % de glutatión en la sustancia negra, y en los estadios avanzados, sólo un 2 %.

ÁCIDO DEHIDROASCÓRBICO (forma oxidada y reversible del ácido ascórbico).

¿Podría ser de extraordinaria importancia la forma oxidada de la vitamina C en el Parkinson? Para atravesar la barrera hematoencefálica, la membrana celular y entrar en las mitocondrias, el ácido ascórbico se oxida a la forma de ácido dehidroascórbico (que sí puede atravesarla como si fuera glucosa -usa los mismos transportadores-) y, una vez dentro, el glutatión ayuda a esa vitamina C oxidada a volver a su forma normal (reducida) y puede actuar como antioxidante en el cerebro y en las mitocondrias. Parece probable que un nivel muy bajo de glutatión dificulte esa recuperación de la vitamina C a su forma reducida o activa, impidiendo progresivamente su actividad antioxidante en el cerebro y en las mitocondrias a medida que avanza la enfermedad.

FOLATO (VITAMINA B9). Esta vitamina tiene muchas funciones esenciales, pero la más interesante quizás sea su capacidad para regular el nivel de la peligrosa homocisteína. La vitamina C "activa" el ácido fólico (convirtiéndolo en ácido folínico) y protege las reservas del organismo (Schneider 1965) y reduce los daños vasculares producidos por los niveles altos de homocisteína y la neurotoxicidad que produce.




4. Lo que puede enseñarnos una simple vitamina.


Tantos años estuvimos perdidos y desesperanzados en el “laberinto parkinsoniano”, que cuando pudimos llegar a conclusiones como la siguiente, recuperamos cierta esperanza. Para mi padre fue demasiado tarde, pero confío en que muchos enfermos no necesiten todo el tiempo que dura una enfermedad neurodegenerativa para aprender algunas cosas esenciales, como nos ocurrió a nosotros.

Si no existe suficiente vitamina C, no puede haber suficiente dopamina (tirosina), ni carnitina, ni norepinefrina, ni glutatión reducido (la forma útil), ni serotonina. Los problemas motores, los temblores, la fatiga, el estreñimiento, el insomnio o la depresión, serán normales con esas carencias.

¿Qué ocurriría si a un enfermo recién diagnosticado se le proporcionasen alimentos muy ricos en fenilalanina y tirosina, vitamina C, flavonoides, vitamina E, vitaminas B3, B6 y B9, hierro, té verde, café, vitamina D, silimarina, zinc y selenio, etc., en la cantidad a determinar por su neurólogo, a la espera de retrasar todo lo posible la necesidad de medicación o tomar las dosis más pequeñas en caso de ser imprescindibles? La vitamina C, sola o con otros nutrientes, podría suponer una auténtica revolución en las próximas décadas. La revolución que esperan millones de enfermos y familiares en silencio. Dado que el cuerpo elimina por la orina la vitamina C que no necesita cada cuatro o cinco horas, una posibilidad de mantener estable el nivel de ésta es consumir algún alimento rico en vitamina C repartidos a lo largo del día.

Los estudios de Padayatty en 2004 con las formas oral e intravenosa y de Hickey en 2008 con la forma liposomal abren un campo para nuevos estudios.

Sin que pueda tomarse como una recomendación general y teniendo en cuenta que el médico debe ser quien lo ajuste a cada enfermo (estado de salud, otras enfermedades y medicamentos, problemas renales previos, etc.), el estudio de Padayatty en 2004 llegó a conclusiones revolucionarias: por vía oral se podía conseguir una concentración en sangre tres veces mayor de la que se suponía posible antes. Tres gramos cada cuatro horas llevaba a 220 micromoles por litro (antes se creía que sólo era posible alcanzar unos 80 micromoles por litro por vía oral).

La vitamina C, tanto de fuentes alimenticias con el zumo de limón con agua (Yazawa 1994) como de suplementos, mejora los beneficios de la levodopa y reduce los efectos adversos (Sacks 1975).

Para el tratamiento de las fluctuaciones motoras se ha propuesto levodopa soluble: p.ej. 10 comprimidos de Sinemet-Plus en 1 litro de agua con 1 gramo de vitamina C, tomar 100 ml cada 90 minutos (Kulisevsky 2013). Siempre con la guía de un neurólogo.

Los cambios en la Ciencia y en la Medicina van despacio, demasiado despacio para los enfermos y sus familiares. Quizás debamos ayudar a los médicos y a los investigadores, aportando  la experiencia y las vivencias de los enfermos para acelerar esos cambios.

Si no perjudica al enfermo y el neurólogo no lo desaconseja, ¿por qué no probarlo?



5. La vitamina en la frontera de lo que sabemos sobre "las enfermedades de Parkinson".

La hipótesis oxidativa del Parkinson.

El doctor Sir William Osler ("padre" de la Medicina Moderna) creía que el Parkinson era causado por un envejecimiento acelerado del cerebro. En el original, "state of acelerated aging" (The Principles and Practice of Medicine, 1892). -en Rajesh Pahwa, Kelly E. Lyons. Handbook of Parkinson's Disease, pág. 14-.

El prestigioso neurólogo Warren Olanow informó sobre el papel de los radicales libres y los metabolitos (restos) de la terapia con levodopa en la muerte neuronal. Esta hipótesis sugiere que las terapias antioxidantes pueden ralentizar el ritmo de progresión de la EP y muestra la preocupación de que los metabolitos -restos- del tratamiento con levodopa puedan acelerar el ritmo de degeneración neuronal (Olanow 1990).

Jenner y Olanow mostraron el papel del estrés oxidativo en la patogénesis (origen y evolución) del Parkinson, en especial el contenido de hierro en el cerebro, el daño en las mitocondrias, la falta de protección antioxidante, del superóxido dismutasa (SOD) y glutatión reducido o activo -GSH- (Jenner y Olanow 1996).

¿Serán la vitamina C oxidada -porque atraviesa la barrera protectora del cerebro y las membranas de las neuronas y de las mitocondrias- y el glutatión activo -porque le devueve su capacidad antioxidante una vez dentro- claves en la causa y progresión del Parkinson?

Recordamos algo que podría ser de importancia capital. La vitamina C no puede atravesar la barrera que protege el cerebro. Se oxida y ya sí puede hacerlo (como ácido dehidroascórbico). Y una vez en el cerebro se vuelve a activar (mecanismo redox) gracias al glutatión. Así es capaz de reducir el daño que produce la oxidación de los restos de levodopa en la sustancia negra y otras zonas del cerebro (Pardo 1993, Berg 2001, Riederer 1989, Florence 1988, Offen 1996). También ocurre con las neuronas y las mitocondrias.

Los enfermos de Parkinson tienen un nivel bajo de glutatión, lo que afecta también al mecanismo de reducción de la forma oxidada de la vitamina C. Esto podría dejar indefensas la sustantia nigra y las mitocondrias, por un nivel muy bajo o insuficiente de GSH (glutatión reducido) y de ácido ascórbico/ácido dehidroascórbico para las necesidades aumentadas en los enfermos de Parkinson y más cuando son tratados con levodopa.

Sabemos que el posible efecto neuroprotector del medicamento selegilina se debe a que eleva ligeramente el glutatión (Tanaka 2002). ¿Por qué no probar en futuros estudios administrando mejor glutatión liposomal, NAC, etc.?

Los estudios con la NAC (N acetil cisteína) han mostrado que multiplica casi por tres - 3.4% a 8.3%- los transportadores de dopamina (DAT), lo que hace que la escasa dopamina producida por el cerebro de los enfermos en fases avanzadas sea mejor aprovechada y más eficaz (Monti 2019).


¿Es razonable una hipótesis multicarencial?


¿Es la enfermedad de Parkinson un conjunto de múltiples carencias? ¿Por qué tantas vitaminas y minerales previenen o reducen el riesgo de padecer la enfermedad?

Ya a principios de los 70 se mencionaron las carencias de vitaminas que tenían los enfermos de Parkinson. Entre otras, vitamina E, vitamina B12 y ácido fólico con altos niveles de homocisteína, riboflavina, vitamina D, vitamina K, glutatión, magnesio, vitamina C y vitamina B6 (Cawein 1970).

El Dr. Marty Hinz completó la lista de múltiples carencias de los enfermos antes y después de iniciar el tratamiento (Hinz 2011, 2016), que ya habían mencionado en parte otros investigadores (Karobath 1971; Charlton 1992, 1997).

En los enfermos se dan deficiencias de dopamina, pero también de muchas más cosas, como tirosina hidroxilasa, norepinefrina y serotonina (Charlton 1992, 1997; Karobath 1971). En los que toman levodopa se reduce además el triptófano, los aminoácidos azufrados como el glutatión y el SAMe, la epinefrina (Karobath 1971, Zhelyaskov 1968, Hinz 2010, Liu 2000, Fuller 1982)...

Otros investigadores ya habían apuntado, con anterioridad a Hinz, hacia el déficit de glutatión -Sechi en 1996-, el de magnesio -Barbiroli en 1999-, o al nivel elevado de homocisteína -Yasui en 2000 y Muller en 2001-, como responsables de la severidad de los síntomas y de la progresión actual de la enfermedad.


¿Existe un parkinsonismo por escorbuto?


Existe un parkinsonismo producido por carencia severa de vitamina C o escorbuto (Noble 2013; Quiroga 2014). No es extraño puesto que el ácido ascórbico es antioxidante y antiinflamatorio, regula el cortisol (la hormona del estrés), convierte la dopamina en norepinefrina, la tirosina en dopa, sintetiza la carnitina (energía celular), activa la vitamina B9 que regula la neurotóxica homocisteína, regula el nivel de glutatión y mil cosas más.


6. Algunas reflexiones finales.

Estamos cerca de cambios muy importantes en el mundo del Parkinson. Ante las previsiones que realizan expertos como Dorsey, no se trata ya de si las habrá sino de cuándo se harán. Prevención promocionando el uso de polifenoles del té verde o vitaminas C y E en alimentos (como se hace al fortificar los alimentos con vitaminas como la B1 y la B3). Y tal vez sea necesario usar los medios de comunicación (programas de éxito, series de televisión, películas, etc.). Así como realizar estudios con vitamina C oral, liposomal e intravenosa, de forma parecida a como hizo el famoso neurólogo Stanley Fahn en 1992 con las vitaminas C y E.

No parece una locura decir que el futuro del mundo del Parkinson, para encontrar una salida en el actual laberinto parkinsoniano, depende mucho de la aceptación de las vitaminas, minerales y otros nutrientes en el tratamiento de la enfermedad. Y lo vamos a ver en la próxima década. Significará una auténtica revolución. Y la vitamina C jugará un papel muy importante en ese futuro mundo sin Parkinson con el que sueño.

Estoy convencido de que las bases de la curación de esta enfermedad están ya en los estudios publicados y, especialmente, en los aparecidos en los últimos dos o tres años. Sólo tenemos que encontrar figuras de prestigio social y científico que den el impulso necesario para iniciar los cambios: tal vez una prevención a gran escala y el desarrollo de nuevos protocolos antes y después de empezar con la levodopa  -que corresponden a investigadores y médicos establecer-, pero sospecho que se parecerán bastante al protocolo que ha propuesto el Dr. Marty Hinz.

Si no hacemos esto o algo diferente, las generaciones futuras nos juzgarán con una extrema dureza.


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ADVERTENCIA. Cualquier cambio debe consultarse siempre con el médico y con el farmacéutico, que podrán valorar muchos aspectos que se escapan al conocimiento y la experiencia de los pacientes y de sus familiares.

El valor es una buena medicina. Pero la prudencia también. Y la esperanza.


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LISTA DE ESTUDIOS MENCIONADOS EN ESTE ARTÍCULO (su finalidad no es adornar el artículo ni aparentar una erudición que corresponde a los sabios consultados, sino mostrar que existe "mucha Ciencia y Medicina" respaldando el uso adecuado de la vitamina C):

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