miércoles, 23 de marzo de 2022

El final del Parkinson como lo conocemos hoy. De la era de la Levodopa a la era de información transformadora.




1. Historia y Tiempo.

Como historiador vocacional y profesional, he contemplado durante muchos años el mundo del Parkinson. Los cambios a lo largo del tiempo en la forma de ver la enfermedad, los posibles tratamientos y todo lo que forma el mundo del Parkinson (multinacionales, neurólogos, asociaciones, fundaciones, gobiernos, inversores, revistas, etc,), nos proporcionan mucha información valiosa.

Las comparaciones son esenciales para cambiar. Sólo son desagradables cuando lo son las intenciones por las que se hacen.

En estos años nos encontramos en una encrucijada. Tenemos dos opciones principales:

1. Podemos dejar atrás la era de la levadopa (1970-2022), conservando lo que merezca la pena y adentrarnos en otra forma de ver la enfermedad y sus tratamientos. No se puede continuar sin dar entrada a la Mucuna (con o sin carbidopa); a la reducción de la homocisteína con vitaminas B2, B6, B9 y B12; al uso de la vitamina B12 sublingual; de las sustancias que elevan el glutatión además de proporcionar innumerables beneficios (ácido alfalipoico, vitamina C, selenio, cúrcuma, etc.); de las dosis altas de vitamina D3 (5000-10000 UI al día) e incluso de calcitriol, etc.

2. O seguir dentro del bucle, del laberinto, dando vueltas en espera del tratamiento que lo cambie todo. Sé de lo que hablo porque mi padre y yo estuvimos perdidos durante más de una década, como ratones en una rueda de noria del laberinto. El volumen de información que se produce hoy es cien veces mayor que hace 20 años, pero el objetivo se aleja. La complejidad de las investigaciones es ya imposible de aprovechar y cada vez se parece más al Maelstrom, el remolino marino gigante que todo lo arrastra al fondo.

2. La Neurología puede tomar distintos caminos.

No hablamos de cuestiones alternativas ni alejadas de lo científico. Los estudios, propuestas y terapias de los doctores Hinz, Wahls, Hoffer, Perlmutter, Coimbra, Costantini, Birkmayer, Ahlskog, Fahn (1992), Shults (2002), Suzuki (2013), Espay (2019), etc., siguen sin ser escuchados.

Estamos terminando el mes de marzo de 2022 y lo que veo me recuerda lo que viví hace 30 años con mi padre. "Old wine in a new bottle". O "El mismo perro con distinto collar", es un dicho frecuente en mi lengua materna, el español.


3. Internet, espada de doble filo.

Internet, los buscadores, las bases de datos, los foros, lo han cambiado todo. Es cierto que son una espada de doble filo. Junto a información valiosísima existen océanos de basura e información sin importancia.

Buscamos y buscamos. Gracias a todo este volumen de información podemos extraviarnos o encontrarnos con la vitamina D3, la vitamina B12 sublingual, un multivitamínico de vitaminas del grupo B metiladas, polifenoles del té verde, cúrcuma, dieta mediterránea, mucuna, melatonina, etc.


4. Aprender de nuevo a leer.

«La gente no sabe cuánto tiempo y esfuerzo cuesta aprender a leer. He necesitado ochenta años para conseguirlo, y todavía no sabría decir si lo he logrado».
Goethe

Al volver la vista atrás, recuerdo cuántas veces "leí" libros y artículos sin entender lo que allí decían sus autores. Cómo pasaron los años y no entendí lo que ellos nos gritaban desde esas páginas pioneras… Cuantos prejuicios, ignorancia, nos separaban de los caminos que llevan a la esperanza basada en realidades.


5. Ni un paso atrás.

Estoy terminando la traducción de la "La curación del Parkinson" al inglés, sigo sin encontrar algún mecenas o editor que me permita dedicarme a buscar y divulgar a tiempo completo, etc. La intuición (atajo del conocimiento) me dice que queda mucho por sacar a la luz, por reunir y resumir, por exponer de forma comprensible lo esencial para la mayoría de enfermos y familiares que no disponen de tiempo libre ni del impulso para buscar y buscar. O que su lengua materna no les permite acceder al 99 % de la información, que hoy día se encuentra sólo en inglés.

Dado que cada vez recibo más mensajes de lectores que estan cambiando su forma de ver el Parkinson positivamente gracias al libro en español (en realidad al hecho de haber reunido tantos tesoros de otros en él), tengo que llegar a la conclusión que a (casi) nadie le importa el futuro de los enfermos y de sus familiares. Salvo a nosotros mismos, claro.

Y corremos el peligro de ser casi borrados de Internet, del recuerdo, como le ocurrió a Annetta Freeman y su excepcional protocolo en los años 90, que nos lleva a Jay Kimball con su producto Liquid Deprenyl Citrate (LDC), encarcelado y prohibido respectivamente, etc.

Pero no debemos olvidar que terminaría con los beneficios actuales y futuros de los gigantescos "actores" de este drama. Y tampoco podemos ignorar que el colosal "mundo del Parkinson" ya busca su propia supervivencia como si de un organismo vivo se tratara.

Debemos aprovechar lo mejor del Laboratorio, de la Naturaleza y de los tesoros de Oriente.

Si no lo hacemos nosotros, es probable que se quede sin hacer. Cuando se llega a este convencimiento, todo cambia.