lunes, 20 de junio de 2022

Capítulo 7. Casos de posible curación y autocuración.




CAPÍTULO 7.
CASOS DE POSIBLE CURACIÓN Y AUTOCURACIÓN.

(Del libro "La curación del Parkinson" (2021)).



«Dile a un enfermo que carece de esperanza (o déjaselo
descubrir a través de su familia) y la voluntad de vivir se
paralizará. Muéstrale un camino de salida, arráncalo del miedo
y de la histeria, dale incluso una pequeña esperanza y la
voluntad de vivir se verá estimulada. Se convertirá
en un aliado poderoso en la batalla».


Harry A. Hoxsey, creó clínicas contra el cáncer en Texas
y otros lugares de los Estados Unidos durante los años
30 y 40 del siglo XX (hasta su prohibición y cierre).



La cuestión que me interesa en primer lugar no es si los casos son ciertos o no, anecdóticos o generalizables… Lo que más me interesa es la posibilidad de que lo fueran, abrir una brecha en nuestras "creencias" negativas sobre una enfermedad que consideramos incurable. Indudablemente, después buscaremos toda la información posible para confiar o no en lo que nos dicen. Pero las grietas ya estarán abiertas.

Como hemos visto en el capítulo anterior, en las fronteras de la “burbuja” parkinsoniana y fuera de ella es posible encontrar médicos, neurólogos y otros neurocientíficos que afirman cosas extraordinarias y que nos traen esperanza.

"El futuro no está en los genes".
Tim Spector, genetista y director de Genética del King's College de Londres.


1. Un maravilloso error nuestro: el caso de una mujer llamada “Fátima”.



Esta historia, que relata el famoso neurólogo español Dr. Rafael González Maldonado en su libro "El extraño caso del Dr. Parkinson" (págs. 198 y 199), nos conmocionó tanto a mi padre y a mí, que formó parte de nuestras conversaciones a partir de entonces (1999):


«En mi primer año de residencia atendí muchos pacientes pero ninguno recuerdo como a Fátima. Tenía cincuenta y cinco años aunque parecía una anciana a punto de extinguirse. Era, como la gran mayoría de nuestros enfermos, un ama de casa que sólo había conocido los limites de un territorio que ahora encontraba vacío, al igual que el saco de sus ilusiones. Una vez más, una historia de depresiones, de apatía sexual, de rígida educación y, ahora, una fiel viudedad. Hubiese pasado desapercibida en mi memoria si no hubiésemos coincidido, tres años después, en un vuelo a Isla Margarita. Fue ella quien me reconoció y mi sorpresa fue enorme cuando reparé en que aquella anciana parkinsoniana era ahora una mujer sana y vital, con una bella madurez a punto de explotar. Yo tenía problemas con la reserva de mi hotel y me invitó a su casa, donde descubrí el secreto de su curación. Poco después de salir de mi hospital, Fátima había conocido casualmente a un venezolano de su edad, pintor y trotamundos que tenía una pequeña finca en Isla Margarita; compartían aficiones literarias y eso fue la excusa para largas conversaciones en cenas que se sucedieron; él hizo renacer en ella una vitalidad antigua e incluso volvió a escribir cuentos como cuando era niña. Fátima se olvidó de sus médicos occidentales, de sus amigos de España y le acompañó. Hoy siembran hortalizas, frutales y olorosas flores en sus jardines, y toman baños de sol sobre la hierba mojada. Duermen la siesta en una cama suspendida entre arboles y hacen el amor, entre sollozos y carcajadas, en diferentes y perfumados encuadres. Sus cenas se prolongan entre velas, buenos cigarrillos y algún porro, y las largas tertulias sólo ceden al amanecer. Fátima ya no tiene Parkinson (o es como si no lo tuviese)».

Aunque se trata de una ficción escrita a partir de varios casos clínicos reales, nosotros la tomamos durante mucho tiempo por real (y sólo resultó ser un error afortunado, una confusión con mucha importancia para nosotros, porque nos inspiró mucho). Nos motivó de una forma que no podíamos ni sospechar. Lentamente, demasiado lentamente, aquella lectura comenzó a cambiar nuestra visión sobre el Parkinson. Mi padre solía referirse a ella a menudo. Si no hubiese estado en este libro que valorábamos tanto de un neurólogo respetado y admirado, nos lo habríamos tomado a broma en aquella época, tanta era nuestra ignorancia y tantos nuestros prejuicios. Aún así, la sorpresa fue enorme, desconcertante. No terminábamos de creerlo. Pensábamos que, en todo caso, sería algo único, excepcional. Más adelante, con el paso de los años, acumulamos más experiencias e información, y oímos casos parecidos. Así que la sospecha de que algo muy importante se nos escapaba fue creciendo. Nuestra visión del Parkinson, limitada, convencional, era insuficiente.


2. El extraño caso de John Gillies.


En mayo de 2008, una enfermo de Parkinson australiano llamado John Gillies padecía fuertes episodios de “congelamiento” en su capacidad para moverse. Llevaba cuatro años diagnosticado. Fue tratado con antibióticos debido a que su gastroenterólogo, el Dr. Thomas Borody, Director del Centro de Enfermedades Digestivas en Australia, sospechaba que el fuerte estreñimiento que padecía se podía deber a una infección en el colon ("Clostridium difficile"). Después  del tratamiento, el paciente sintió que sus síntomas parkinsonianos habían desaparecido. Dos neurólogos lo sometieron a revisión y no encontraron rastro de la enfermedad.

No se puede descartar el error diagnóstico o la existencia de un parkinsonismo con síntomas provocados por la infección.

3. Una mujer formidable, Annetta Freeman.

El caso de esta valiente y decidida mujer californiana nos llegó tarde para mi padre. Aunque lo conocí, lo descarté como un caso anecdótico, sin importancia para nosotros. Sólo una vez fallecido mi padre, y tras varios años de lecturas y muchos prejuicios menos, pude comprender el valor de su testimonio, que pervive sólo gracias a Steven Fowkes y las entrevistas de los años 90. (Ver en el capítulo 22, apartado 1).

4. El trabajo extraordinario de Robert Rodgers.

Robert Rodgers es uno de los pilares de la comunidad parkinsoniana angloparlante. Aunque en el siguiente capítulo mostraremos parte de lo mucho que ha aportado a enfermos y familiares de Parkinson, parece necesario mencionar su trabajo “Pioneers of Recovery”. Tiene libros, como la entrevista a John Coleman, y centenares de programas de radio, algunos de ellos realizados con personas que afirman haberse recuperado del Parkinson.

5. Los casos tratados por Phillipson (2013) y Smart (2016).

El caso que menciona Oliver T. Phillipson en su artículo de 2013, tiene especial valor porque supone un seguimiento de once años. (Ver en el capítulo 22, apartado 3). Lo que no podía ningún suplemento solo, lo consiguió con un conjunto de ellos unido a su medicación antiparkinsoniana.

La neurocientífico Karishma Smart y sus colegas lo publicaron en 2016. Un hombre de 78 años, con 16 de enfermedad diagnosticada, habría experimentado la remisión de su Parkinson. Diagnosticado por un neurólogo, respondió bien a la levodopa y fue sometido a un escaner SPECT DaT de resultado positivo como confirmación del diagnóstico de Parkinson, lo que parece descartar un error diagnóstico. La práctica de la oración/meditación profunda diaria a lo largo de años sería lo más característico y la posible causa. Pagnoni en 2007 informó que la meditación regular puede contrarrestar el daño en el estriado y la reducción dopaminérgica.

6. Los parkinsonismos que sí se curan.

Los parkinsonismos (secundarios o producidos por una causa conocida) pueden y suelen curarse.

Existen ciertas carencias de nutrientes que pueden producir sintomas parkinsonianos: temblor (magnesio), fatiga (vitamina C), pérdida del olfato (zinc), etc. Por eso no es extraño que ciertos parkinsonismos hayan desaparecido con el uso de vitaminas como la C (Nobile 2013, Quiroga 2014) o la B12 (Priolisi 1959, Soysal 2018).

La inmunoterapia para tratar un melanoma, aunque los síntomas volvieron al terminar la terapia (Shprecher 2014).

Un parkinsonismo vascular (Lobo 2013).



7. ¿Pueden las medicinas orientales “curar” el Parkinson?

Hace poco, he podido conocer y comprender los casos de posible curación gracias a la medicina Ayurveda de la India y a la Medicina Tradicional China.



1) Estudio clínico observacional con medicina ayurvédica (Pathel 2018).

Pathel menciona casos que tras un tratamiento de varios meses en dos fases (depurativa y sintomática), pasaron del estadio 3 al 1 en la escala de Hoehn y Yahr. Las mediciones con la escala UPDRS también fueron significativas. 16 pacientes redujeron sus síntomas del estadio 3 al 1.5. Y otros 10, del 3 hasta el 1.


2) Informe sobre un caso (Binth 2018).

Un paciente de 58 años, diagnosticado de Parkinson 15 años antes. Tomaba 700 mg de levodopa al día. Tras un tratamiento integral ayurvédico (masajes, aceites, etc.) y dada la mejoría experimentada, pudo reducir la dosis de levodopa a 100 mg al día. La mejoría en su vida cotidiana fue medida con diversas escalas. Entre un 30 y un 50 % con la Schwab and England (actividades de la vida diaria).

3) 10 casos tratados con medicina china.

10 pacientes habrían sido curados de Parkinson idiopático en estadios no muy avanzados con el uso de la fórmula herbal china

Wang Weifang, publicó en "Journal of Brain and Neurology" diez casos de posible (y polémica) curación a lo largo de las últimas tres décadas, usando píldoras (pills) Xifengzhizhan pills y cápsulas (capsules) Xifenzhizhan.

Estos resultados se dieron a conocer en el marco de la “7th International Conference on Brain Disorders and Therapeutics 2020”, que tuvo lugar en Praga, República checa.

Los principales componentes de "Xifengzhichan Pills" son: Shudi, cornel meat, medlar, chrysanthemum, Ligustrum lucidum, Gastrodia elata, uncaria, polygonatum, asparagus, etc. Los principales componentes de "Xifengzhizhan capsules" son: white peony root, ejiao, turtle shell, cistanche deserticola, natural ground, radix scrophulariae, radix bidentata, etc.

Xifengzhichan Pills, 9 gramos cada vez, tres veces al día; Xifengzhichan Capsules, 6 cápsulas cada vez, tres veces al día. Administración oral.

En otros estudios, se menciona como “Xifeng Dingchan Pill” (XFDCP). Por ejemplo, en:

Zhang (2013). Evaluation on the efficacy and safety of Chinese herbal medication Xifeng Dingchan Pill in treating Parkinson's disease: study protocol of a multicenter, open-label, randomized active-controlled trial.

Donde se comprueba su eficacia sola y con Madopar.


8. Algunos neurólogos y vitaminas del grupo B.

Algunos casos de Coimbra y la vitamina B2.

En el estudio publicado en 2002 por el doctor Cicero Coimbra, neurólogo y profesor de Neurología, varios enfermos que tomaron las dosis de vitamina B2 durante 6 meses, habría recuperado un 100 % de sus capacidades. La televisión brasileña mostró grabaciones de algunos de estos enfermos ya recuperados. (Ver en el capítulo 23, apartado 2).

Algunos casos de Costantini y la vitamina B1.

En los estudios publicados por el neurólogo italiano Antonio Costantini en 2011 y 2015, así como en los videos publicados en varias páginas web, antes y a lo largo del tratamiento, se puede observar una mejoría espectacular en numerosos enfermos. (Ver en el capítulo 23, apartado 1).


Los videos espectaculares del primer Perlmutter.

Aunque la sustancia era el glutatión por vía intravenosa (lenta como con las bolsas de suero), lo cierto es que los enfermos eran sometidos a un protocolo de vitaminas del grupo B: 50 mg de B1, B2, B3, etc.

Cuando Hauser y el mismo Perlmutter hicieron su estudio de 2009, los resultados fueron decepcionantes. Quizás porque los enfermos no recibieron esas vitaminas tan eficaces para tratar el Parkinson y tan importantes en la síntesis del glutatión y en la función de las mitocondrias.

Debemos recordar que Sechi y su equipo consiguieron en 1996 una mejoría importante en los enfermos tratados con glutatión intravenoso. Su estudio inspiró el trabajo del Dr. Perlmutter.

FIN DEL CAPÍTULO

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